MI ESPOSO TRAIA AMIGOS A LA CASA

 


A mi esposo siempre le ha gustado llevar a sus amigos a la casa a tomar. A mí no me gustaba, yo era la que siempre ponía la pelea para que eso no pasara, pero después, de tanto insistir, ya me empezó a gustar y ahora el problema es mío. A mi esposo le cayó muy bien el refrán que dice: "A la casa de tu mujer, a tu amigo no lleves". Sí, pasó. Mi esposo siempre era de los que le gustaba hacer el parche de amigos, llevarlos a la casa, hacer un asado, unas cervecitas, poner música a todo volumen, y siempre me decía: "O me quedo acá o me voy para la calle, usted verá qué prefiere, tener un esposo presente o ausente, al menos aquí usted sabe lo que estoy haciendo, lo que estoy tomando, lo que estoy viendo". Y yo iba y me acostaba a dormir porque no me gustaba ese ambiente. Y yo le decía: "Bueno, está bien, no pasa nada". Permitía muchas cosas en mi vida. Un día, aprendí a escuchar. Mi amiga me decía: "Pues, vaya y diviértase, usted se amarga mucho, usted se encierra. Él es un hombre más abierto, ustedes son una pareja muy diferente, pero usted puede llegar al nivel de él. Vaya, intégrese, eso pasa, esos son momentos que uno quiere estar viviendo, estas etapas de la vida". Y yo la escuché, y empecé a quedarme con él en ese compartir con los amigos. Siempre que yo me despertaba, antes de yo empezar a integrarme en esas fiestas, siempre que yo me despertaba, encontraba uno o dos amigos de él durmiendo en la sala, los demás sí se iban, y mi esposo ahí con ellos. Entonces, yo sabía que se dormían siempre, entonces yo iba y los acompañaba, y les decía que se estaban durmiendo. Pues los despachaba, y así lo hice en varias ocasiones. Yo veía que ya todos estaban como que... ay, como que el control se caía, la cerveza se regaba. Entonces, yo les decía: "Ay, ¿por qué no se van a dormir?" Y yo les pedía el Uber y los sacaba. Pero un día, la fiesta se empieza a tornar más activa. Yo empiezo a tomar cervecita, me levanto y empiezo a bailar con ellos. Y mi esposo me dice: "¿Se va a quedar acá con nosotros?" Yo le dije: "Sí, sí, sí". Él dice: "Voy a ir al baño". Cuando yo subo, porque él se había demorado, mi esposo ya se había quedado dormido y la fiesta estaba buena, ya yo estaba en el ambiente. Entonces, yo lo dejé a él durmiendo y me bajé y seguí. Y yo quedé con tres amigos de él. Ese día, dos amigos de él se fueron, y yo quedé con uno de ellos, con el que más como que empaticé, y pues pasaron cosas. No me fui con él esa noche a la intimidad, pero sí hubo besos, hubo toques. Después, como que ya yo dije: "No, esto no puede pasar, estoy pasadita de copas", y me fui, me encerré en la habitación, y el que iba durmiendo. Al otro día, como si nada pasara, vinieron varias reuniones así, y ya terminé enrollada con este muchacho porque siguió pasando. Después este muchacho deja de frecuentar la casa, dice que le había dado pena con su mejor amigo, que él no había hecho eso, y se va. Entonces, siguen otros amigos, y con ese otro amigo pasó lo mismo, pero con él me entregaba, y seguimos en una relación. Quedé en embarazo y yo estaba con la duda si era de él o era de mi esposo, ¿por qué? Porque mi esposo es un hombre que al otro día, después de que él se levanta, como con su guayabo, mi esposo se levanta activo. Entonces, él me buscaba, y pues yo, horas antes, había estado con su amigo, y siempre era así con su amigo y con él. Entonces, yo no sabía de quién estaba embarazada. Cuando va transcurriendo todo mi embarazo, pues yo le decía a mi esposo que ya no llevara más gente a la casa, que mire que yo estaba embarazada, que yo no podía tomar, y él me decía que sí, que a él le gustaba. Entonces, ya después, como él vio que yo no quería que él llevara gente a la casa, él se iba, se iba y se ponía a tomar en la calle, o en la esquina, en la tienda, y no llegaba a la casa. Y yo le decía a él: "Me voy a comer", y empecé a compartir mucho tiempo con el amigo de él porque ambos teníamos la duda de si él era o no era el papá de mi hijo. Y yo le había dicho: "Estoy contigo y también con mi esposo, entonces no sé". Pero él empezó a dedicarme tiempo, a que salíamos a comer, a que los domingos, cuando mi esposo se iba a jugar fútbol, o a montar bicicleta, o a hacer turnos en su empresa, pues su amigo me dedicaba tiempo, tiempo que no tenía nunca mi esposo. Y no me van a decir: "Porque estaba trabajando para sacarla adelante". Porque no, mi esposo estaba muchas veces en lo que él sabía hacer, ser feliz, porque siempre me decía: "Es que yo soy feliz, ¿qué daño le hago a la gente con esto?" Y entre mi compartir más seguido con esta persona fue creciendo también un sentimiento, porque al principio yo la tenía clara, que solamente había sido como, pues, pasar el momento y ya, pero después el sentimiento aumentó y yo me di cuenta que me había enamorado del amigo de mi esposo. Pero el otro amigo, con el que yo les conté que al principio hubo besitos y hubo cosas, y después pasó, y él dijo: "No, yo no le puedo hacer esto a mi amigo", y se alejó. Ese amigo se entera, porque pues esta otra persona con la que yo ya tenía una relación, tomando un día entre ellos le dice que le pusiera una canción, y él manda el audio. Y el amigo se da cuenta que el audio era para mí. Entonces, le dice que qué pasaba ahí, que no sé qué. Y él le cuenta: "No, me enrollé con esta vieja, y está embarazada", y le contó todo. Y esta persona pues me llama a hacerme reclamo, me dice que yo soy una... que yo soy una... que yo soy lo peor, que cómo no había funcionado con él. Entonces se había hecho con el otro amigo, y le dije: "Contigo funcionó, fue que tú te alejaste, que yo era lo peor". Le dije: "Puede que sí, puede que no, pero él trajo esas personas a mi casa, me cansé de decirle que no las trajera, y el alcohol no es el mejor amigo de nosotros, pasaron cosas, y me enamoré". Dijo: "Yo le voy a contar a mi amigo". Le dije: "Cuéntele, y de paso, le cuenta que usted también estuvo conmigo en la casa de él". Ese amigo se alejó, y mi esposo entró en una depresión, depresión de amistad, que el amigo se había alejado, que no sabía ni por qué, que algo pasaba. Estoy hablando que el amigo que se alejó es el que yo no sabía si era el papá de mi hijo, porque el otro lo amenazó. El otro amigo de mi esposo le dijo que se tenía que ir, que si se me volvía a acercar, y pues, como ese primer amigo con el que yo fue la primera... el primer engaño que le hice a mi esposo, ya se había alejado un poco de mi esposo, pues entonces mi amigo entró en depresión, que los amigos, que por culpa mía, que porque me habían visto con la barriga, que era nadie quería estar con él, y yo le dije: "Bueno, pues ya, dedíquese a atenderme, vamos a tener a nuestro hijo". Yo estaba dispuesta a renunciar a mis sentimientos hacia ese amigo de él, que se había alejado, a que mi hijo creciera con él, a negarme a hacer pruebas de ADN, a crear a nuestro hijo y si la duda, que fuera solo mía y ya. Él era el papá de mi hijo, pero él no. Él insistía, insistía, y volvió y reunió a sus amigos para unos cumpleaños. Cuando esto pasa, mi bebé ya había nacido, y vuelve y los trae a la casa, a los tres, dos de ellos con los que yo había tenido... pues un rollo. Cuando él los trajo a la casa, yo sentí cosas nuevamente por el papá, bueno, por el que yo creía o no sabía, por el que tenía la duda de si era el papá de mi hijo, y hubo sentimientos que en ese momento volvieron a nacer. Ustedes me dirán: "Ay, no, pues pobrecita la débil", pero sí pasa, así como le pasa a los hombres, nos pasa a nosotras. Y volvió y se dio esta relación, esa misma noche, porque como siempre, mi esposo se quedó dormido, se fue a dormir, y yo quedé ahí abajo con los amigos de él. El amigo de él que había amenazado al otro para que se alejara,

dice: "Yo me voy definitivamente, ustedes no van a cambiar, hagan lo que quieran, yo me alejo". Él también nos estaba anunciando que se iba del país. Me dice: "Mujer, cuídese, porque usted no sabe las capacidades que tiene su esposo. Ese hombre que está durmiendo es capaz de cualquier cosa, es mejor que se cuiden los dos". Y se fue. De ese hombre nunca supimos nada. Cuando este amigo de mi esposo me dice que hagamos la prueba de ADN, ahí los dos, él con sus tragos en su cabeza, me dice que él sentía que mi hijo era de él y que quería hacer la prueba de ADN. Al otro día, cuadramos una cita, hablamos mejor, vio al niño, lo conoció, le encantó, dijo que había algo que lo tiraba hacia él, y que eso era la sangre, que él quería... que se hiciera esta prueba. Fuimos a un centro médico, realizaron la prueba de ADN, y en esta prueba, pues sale que era negativa. Entonces, yo dije: "Descanso", ¿por qué? Porque es de mi esposo, y ya no tengo problema. Mi esposo, pues, nunca se enteró, y yo me busqué los medios para hacerle a mi hijo la prueba de ADN con mi esposo, porque yo dije: "No, hagámosla". Y le hice el examen con mi esposo, y salió negativo. Y yo decía: "¿Pero por qué? Es imposible, yo solo estuve con ellos dos en una relación constante". Pero me acordé que a diferencia de ese amigo que se había despedido de mí, de ese amigo que había hecho que el otro se corriera de nuestras vidas, no había pasado casi un mes cuando yo había estado con mi esposo y con el otro. Y entonces tenía la necesidad de buscarlo para saber, porque estaba la duda de que si él podía ser el papá, pero era algo que yo tenía que estudiar, porque había pasado un mes, no cuadraban las fechas, no cuadraba nada. Ese hombre nunca apareció, y yo le escribí y le dije, le mandé las dos pruebas de ADN y le dije: "Solamente puedes ser tú". Y me dijo: "Pues, déjeselo a su esposo, porque yo por allá no me voy a aparecer, yo no lo voy a reconocer, yo sí te vi ni me acuerdo", y se alejó. El otro amigo que se había hecho la prueba de ADN, que salió negativa, que él decía que la sangre tiraba y que sentía que era su hijo, pues a él le dije que era de mi esposo. A él nunca le confesé la verdad, y él se alejó y se fue. Y quedó de mi esposo, solamente yo y ese hombre que desapareció sabemos que mi hijo no es de mi esposo y que hay juegos en los que uno nunca se debe meter. Mi esposo adora ese niño, qué cosas, no lo adora. Y ahora sí está juicioso, ahora no se va a tomar, ahora llega a la casa porque dice que tiene con quién pasar tiempo. Entonces, ahí me queda a mí la duda: ¿Entonces yo qué soy para él? Si conmigo no pasaba buen tiempo, si no le gustaba llegar a la casa, entonces, ¿yo qué soy? Pero bueno, ahí está, ahora es feliz, ahora sí dejó sus amigos a un lado. No me quiero justificar, hay cosas que uno a veces hace y no sabe ni por qué, o el alcohol siempre cumple con su deber. Pero no sé si este secreto vaya a durar toda la vida, porque si en algún momento a ese hombre que yo busqué se le da por ser un padre ejemplar y aparecer y querer hacer pruebas de ADN. Pero también, yo me pregunto médicamente, o sea, cómo fue posible esto científicamente, cómo pasó que un mes después yo salga embarazada, pero no sea de las personas con las que yo estuve en ese momento, sino como que... Ah, no, esto se guardó allá, y no... no puedo entender. El caso es que mi hijo no es de las dos personas que yo creía, sino de la persona que se alejó, con la primera que cometí un error, y de la persona que tomó la decisión de irse para siempre. Tampoco necesito que lo reconozca. Mi esposo es feliz con su hijo, y él es feliz con su papá. Y así somos felices todos. Pero yo digo: ¿A qué tiene que llegar uno para que la otra persona como que sienta cabeza? Y muchas me dirán: "Ay no, usted debió siempre guardar su puesto, ¿por qué? Porque era mujer, porque era mujer lo mío pesa más que lo de un hombre". Ah, eso es basura, eso es algo que quieren aplicarnos. Pero la realidad es la misma: el hombre y la mujer, donde se paren, se van a ver igual.

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