Mi PRIMO me ABRIÓ las N4LG4S... - Súper Relatos de Infidelidad



Estaba en mi habitación cuando, de repente, sentí una sensación en el vientre que me hizo recordar mis días de adolescencia. Pero esta vez era simplemente la necesidad urgente de ir al baño. Al llegar, me di cuenta de que mi primo estaba usando la ducha.

Ah, después de salir del baño, mi mente estaba llena de pensamientos juguetones. El único hombre en mi mente era mi primo. Una sonrisa traviesa apareció en mi rostro mientras mis manos jugaban con la idea de hacer algo que nunca había hecho antes.

Mi madre y mi hermana dormían, ajenas a lo que estaba a punto de suceder. Decidida, me dirigí hacia las escaleras que conducían a las habitaciones. Tenía que asegurarme de que ninguna de ellas estuviera despierta.

Las puertas de las habitaciones estaban cerradas y las luces apagadas. Me acerqué sigilosamente a la puerta de la habitación de mi hermana. Mi mano temblaba ligeramente mientras giraba el pomo lentamente para no hacer ruido. La puerta se abrió suavemente y me asomé.

La oscuridad reinaba en el interior, rota solo por la tenue luz de una pequeña lámpara nocturna. Una risita nerviosa escapó de mis labios. Cerré la puerta sin hacer ruido y volví al pasillo. Mi corazón seguía latiendo rápido, pero ahora con una emoción que solo puedo describir como deseo.

Bajé las escaleras, preguntándome qué estaba a punto de hacer. Entonces decidí que la sala de estar sería el escenario perfecto para mi pequeña travesura. Me senté a esperar mientras mi primo se duchaba, sintiéndome cada vez más nerviosa y emocionada.

Miré a mi alrededor, asegurándome de que no hubiera nadie más. Todo estaba en silencio, como un escenario preparado para mi actuación. El tiempo pasó lentamente, pero mi pecho seguía acelerado. Entonces escuché el agua detenerse y la puerta del baño abrirse.

Mi primo salió, aún con gotas de agua en su piel, su cabello húmedo.

—Lo siento, primo —dije rápidamente, tratando de sonar inocente, mientras mis mejillas se ponían más rojas de lo que ya estaban.

Se detuvo en seco al verme, claramente sorprendido por mi presencia.

—¿Qué haces despierta a esta hora? —preguntó con una sonrisa curiosa, secándose.

—Bajé a ver si todo estaba bien —mentí con una sonrisa juguetona que delataba mis verdaderas intenciones.

Mi primo me miró con una mezcla de preocupación y curiosidad.

—¿Ruidos? ¿Qué clase de ruidos? —preguntó, siguiéndome el juego.

Tragué saliva, sintiéndome más nerviosa pero decidida.

—Pensé que podría ser un ladrón o algo así, pero veo que eras solo tú —dije con una risa nerviosa, dejando salir mis palabras con un dejo de coqueteo.

Se acercó lentamente con una expresión pícara. No podía ocultar su interés en saber a dónde iba todo esto.

—¿Y ahora qué, señorita detective? —preguntó, claramente divertido por el giro que estaba tomando nuestra conversación.

Acomodé mi ropa, jugando con el ladillo de mi camisa.

—Pensé que podríamos jugar un juego —le propuse con una sonrisa pícara que no dejaba dudas sobre mis intenciones.

Él levantó una ceja, evaluando la situación.

—¿Un juego? —repitió, como si estuviera considerando si seguir mi juego o no.

Asentí con seguridad, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción.

—¿Te atreves? —pregunté con una voz apenas audible, desafiándolo con la mirada.

Se quedó en silencio por un momento, como si sopesara las consecuencias de aceptar mi desafío. Luego sonrió y se acercó a mi lado.

—Está bien. Juguemos —dijo con una sonrisa cómplice.

El ambiente se llenó de tensión mientras empezábamos a desafiarnos con pequeñas miradas. Nos reíamos nerviosamente mientras nos dirigíamos hacia mi habitación. Era emocionante y, a la vez, aterrador sentir la adrenalina de lo prohibido fluyendo entre nosotros.

Al entrar, nos sentamos muy cerca el uno del otro, sonriendo por lo que estaba a punto de suceder. La distancia entre nosotros se acortó hasta que pude sentir su cálido aliento mezclándose con el mío.

—¿Te atreves? —susurré apenas audible, sintiendo mi corazón latir rápido en mi pecho.

Él asintió con una sonrisa pícara, sus ojos brillando juguetonamente. El ambiente se caldeó, compartiendo ese momento de expectativa y anhelo mutuo. Mis manos temblaron levemente, sintiendo el calor a través de mí.

Era como si el tiempo se detuviera a nuestro alrededor, dejándonos suspendidos en ese momento de desenfreno. Ambos sabíamos lo que estaba a punto de suceder, pero ninguno de los dos se atrevió a dar el primer paso.

El silencio de la casa parecía mezclarse con los latidos de mi corazón, creando una sinfonía íntima que solo nosotros podíamos escuchar.

—No lo sé. ¿Te atreves? —respondió con una voz seductora, llena de un desafío juguetón que hizo que mi corazón se acelerara aún más.

Podía sentir su cálido aliento mezclándose con el mío, creando una corriente de sensaciones que me recorría. Cada milímetro de espacio que quedaba entre nosotros parecía una invitación irresistible a cruzar la última barrera que nos separaba.

Me miró con una intensidad que envió escalofríos por mi columna. Luego, lentamente, se inclinó hacia mí, y nos encontramos en un momento que comenzó suavemente, pero pronto escaló hasta convertirse en una pasión que nos envolvió por completo.

Fue un momento que rompió barreras y liberó emociones que habíamos mantenido ocultas por mucho tiempo. Me aferré a él mientras sus brazos me rodeaban con firmeza, protegiéndome y deseándome al mismo tiempo.

Nos miramos con una mezcla de asombro y complicidad por lo que acabábamos de compartir.

—Creo que deberíamos… —comencé a decir, pero las palabras se atascaron en mi garganta, incapaz de expresar todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

Él asintió suavemente, completando mi oración con su comprensión.

—Sí, creo que deberíamos dejarlo aquí por esta noche —concedió con una sonrisa cálida que me hizo sentir que todo estaría bien entre nosotros.

Salió de mi habitación, y me quedé ordenando la cama, cada uno de nosotros perdido en sus pensamientos sobre lo ocurrido. Sabíamos que esa noche había sido solo el comienzo de algo sensacional y emocionante, algo que solo nosotros dos sabíamos.

Me recosté en mi cama, recordando cada detalle con una mezcla de satisfacción y emoción: la forma en que nuestras miradas se cruzaron, la conexión que nació entre nosotros en ese momento, y la sensación de haber cruzado una línea que nunca pensamos que cruzaríamos.

Entiendo que lo que pasó puede ser un poco polémico y que no todo el mundo entenderá lo que ocurrió esa noche entre mi primo y yo. Pero también sé que soy una persona que disfruta de la vida.

¿Crees que me equivoqué o que solo debo disfrutarlo sin pensar en las consecuencias? Me pregunto si lo que hice estuvo bien, aunque en su momento todo me pareció sensacional y necesario.

¿Te atreverías a tener una aventura con alguien cercano a ti, o crees que hay límites? Para mí, esa noche fue espectacular: un momento de locura donde te dejas llevar y solo piensas en disfrutar.

Entiendo que, para muchos, puede parecer inapropiado, incluso morboso. Pero la vida, sin un poco de riesgo, no sería vida. Así que aquí estoy, contando mi historia, no para justificarme ni buscar aprobación, sino para compartir una parte de mi vida.

Espero que entiendas y aceptes que todos podemos cometer errores. De cualquier manera, me interesa escuchar tus opiniones. Déjame tus comentarios.


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